jueves, 26 de mayo de 2011

EN LA FERIA

Esta es la hora mágica cuando el alba aún no llega
pero los elegidos siguen sobre la arena
y en sus rostros ajados, a pesar del cansancio
el fuego de los ojos, la humedad de los labios
insisten todavía y bajo las guirnaldas
de luces amarillas siguen las sevillanas
repitiéndose ajenas, oxidadas y roncas
como un rito olvidado que encubre la zozobra.
Esta es la hora mágica, hora de los fantasmas
de los pasos cansinos y las mesas manchadas.
El polvo enseñorea camisas entreabiertas
los restos de carmín, las mejillas, las piernas.
Esta es la hora mágica, la hora de las brujas
la de los desertores, la traición, las argucias,
del adiós y el olvido; la luna y la memoria
se levantan de pronto feroces como diosas
para que tú recuerdes la rosa soberana,
pereciendo en tus brazos, pereciendo en la brasa,
de la niebla y la cal viviendo entre sus aguas.
Esta es la hora mágica, esta es la hora sucia
que levanta banderas inútiles e insulsas
pero pone en tus manos, como un don repentino
o una revelación, cuanto te fue proscrito:
la pasión y la fe, la gloria y la ponzoña
de la sabiduría con que te acogió Córdoba

Para Ana Bocanegra
Córdoba/Granada, mayo de 2001

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